30 abril 2013

Causa

- Mire licenciado, la verdad es que mi caso no es tan complicado. Solo quiero que acepte la denuncia y que haga algo porque ese tipo está matando los pobres verbos. Sí, ya sé que pido mucho, que vengo un día por las mujeres maltratadas, otro por los perros desvalidos, otro por la discriminación, uno más por cada injusticia que me topo, pero esto también es importante.  ¿Le consta a usted que a los verbos no les duele tanto uso? A mi me duele verlos sufriendo y sufro yo que es lo que más duele.

El tipo estaba sentado en la banqueta la semana pasada, desempolvando unas letras. Lo hacía a la vista de todos, las desnudaba y alineaba, las estiraba y acomodaba. Tomó una "m" y se quedó viéndola largo rato, acaricio sus líneas, lascivo. Creo que hasta babeó cuando la colocó al inicio y formó ese "machucar" que tanto me lastima. Porque oiga, licenciado, no es cualquier verbo, y aunque fuera un verbo común y corriente como "insistir" o el siempre malentendido "amar", no es justo que lo use y lo vuelva a usar y se lo gaste en tanta frase repetida, en tanta sentencia con tono de superioridad que arma y tira y recoge y vuelve a tirar. No, licenciado, eso no lo oí en una canción de Arjona, ¿cómo cree?

"Machuco la soledad que se encierra en la cintura del abismo" dijo. ¿Poético? No, licenciado. No malentienda. De poético no tiene nada si luego "machuca" las intenciones, el desierto, el mar, el espacio que nos sobra y tanto sitio común que también, por cierto, debo recordar incluir en mi acusación. No es justo, licenciado. ¿Cree usted que esas dos "C" están contentas ahí en medio? Es justo que le machuquen el derecho al pobre verbo "machucar". No es poesía, licenciado, no se ría. Esto es serio. "Machuco la distancia que marca tu nombre cuando intento pronunciarlo", dijo.  "Machuco la ideología que no se inserta en ningún sitio", "Machuco el aire que te envuelve y que no te llena"... y ya no aguanto tanto machucón.  ¿Licenciado? ¿Por qué se ríe? No toma con seriedad esta causa y ¿a quien voy a recurrir yo si no es a usted?. 

Mire, el tipo es repetitivo, agarra cada letra, la esclaviza en una palabrita y la repite frase tras frase tras frase, día tras día tras día. Luego, cuando se aburre, las suelta y esas pobres figuritas respiran un poco.  En vano, porque ahí viene de nuevo con esos dedos firmes a escribir otra vez un verbo y a darle y darle y darle.  Es esclavitud, señor Juez.  No, yo no sé de eso. No estudié literatura ni filosofía porque decía mi papá que eso no da para comer. Estudié comunicación y tampoco me dio para comer pero no es cosa de estudiar sino de sentir el sufrimiento y evitarlo. Haga algo, licenciado. Por ahí ví que el señor está preparando nuevo verbo. Amarró dos "eles" y no, no va por un sencillo llamar, llevar o llover... se va con sobrellevar. ¿Cómo sobrellevamos el asunto? ¿Qué hacemos licenciado? ¿Licenciado?... ¿Licenciado?

15 abril 2013

Hielo

Tal vez sea en la noche
o un día o ahora,
pero quiero saltarme el trecho,
apretar las mandíbulas
producir un crujido
una estampida
un aullido,

mientras el líquido
escurre por mi boca
mientras la fisura se extiende
y clavar mis dientes
hasta volverlo espuma

triturarlo
con fuerza
llenarme la garganta de frío
de resistencia hecha polvo
de indecisión y escombros
de idealismo y murallas

de silencio
(de palabras, de imposibles)

y llenarte conmigo
y llenarme de vos
como si la vida no fuera más
que ese segundo
que esa gota
que ese chasquido
que la vuelta inmensa
para salir de nosotros
y encontrarnos fuera,
dentro del otro
bálsamos anegados
deshechos y líquidos
extenuados.






09 abril 2013

Es el aire dentro del pecho
la sensación de desahucio
el ansia
un rumor callado y persistente
el adiós
antes de empezar.









*Foto tomada de internet.

01 abril 2013

Adiós


No contó los pasos. Memorizaba la distancia asumiendo el espacio necesario.
Ni distante ni cercano.
Silencioso. 

Tomó el cuello, que ante la sorpresa de las manos frías se sacudió en un espasmo desorganizado. Los nudillos palidecieron con fuerza. Las manos se acariciaron una a la otra, concentradas en una danza calmada y decidida.  El pulso se debilitó.
No hubo adiós.

El asesino respiró tranquilo. No había más qué decir. Todo quedó guardado en el momento perfecto, sin derrumbarse, sin mayores daños. El cadavér quedaba intacto, rebozante de belleza a muerte.

Ausente, lejano, etéreo, suyo.
Era mejor así, nunca le gustaron las despedidas.




Es difícil decir adiós e irse sin dejar, 
más cuando está vacía mi vocación de fantasma.
Queda esta deuda nuestra, 
un giro sin adioses y sin dramas.  
Nadie se va, sabemos que ahí estamos. 
Como siempre y como nunca. 
Te quiero y te guardo conmigo, por siempre
como vos guardás mi cadáver 
o a mi




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