
Quiero tomarle una foto a la tristeza, no imagino si será gris, si mostrará una sombra. Si esa sombra será la de mi madre, caminando sola y soltando su propia vida de un amor de muchas décadas. Tampoco sé si será tu sombra, la que ahora se inunda de sí misma y se ahoga, incapaz de sobrepasar un amor que se te quedó a medias. Tampoco sé si la tristeza será un arcoiris reflejado en el sorbo que das cada noche entre viernes y domingo, buscándome a mi o a ella, o a mi en ella o a ella en mi, o a vos en nosotras o a nosotras en vos. Tampoco sé si tu rutina calmada, tus recursos fáciles y esa risa burlona será la tristeza, cuando en la noche buscás no encontrarme y lees sin que te lea, refugiándote en un amor mediocre, que se siente seguro detrás del silencio.
Puede que la tristeza sea un espejo y entonces descubriré el eco y no podré captarlo a menos que me lo invente, como suelo hacer con todo. Y entonces no tendrá importancia. Ni el color, ni el encuadre, ni la profundidad de campo, ni la composición.
Es solo el reflejo.
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