Disertaba sobre la experiencia del dolor desde el punto de vista del soft porn para mamás, sin prestar demasiada atención a la cara de sorpresa de mi interlocutora, que giraba de vez en cuando vigilando que nadie escuchara. La cafetería estaba llena a las diez de la mañana. No era gran cosa.El punto de la discusión era el aprendizaje y la programación. Aprendimos que el fuego quema, que el agua ahoga, que el dolor duele. Aprendimos de la experiencia de otros, porque nuestro compendio humano se forma de eso, de acumulamiento y nos niega la posibilidad de quemarnos, ahogarnos y revolcarnos de dolor.
Tal vez no duele.
Tal vez no ahoga.
Tal vez no quema.
O tal vez yo no aprendí bien.
Ilustración de Svetlana Bobrova

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