Suena un bolero tras otro, la oficina suda amor romántico, mientras el recuerdo de mi hija pegada a mi cintura bombardea con fuerza. Mi reloj biológico le manda señales y ella las recibe y transmite sin ningún filtro: quiere hermanitos. Dice que cuando yo vuelva a casarme se va a "empiernar" a ver la tv conmigo y mi esposo.El esposo y los hijos imaginarios van de vuelta al mismo armario del que mi hija los sacó. Sonrío y le acaricio la cabeza, mientras se queda dormida. La pila de libros a mi derecha es lo más parecido al amor en este momento y entiendo la nostalgia que la vida en familia le causa. La entiendo y lucho por no partirme con el peso que sus deseos le dejan a mi individualidad.
Soy el demonio.
Un demonio feliz.
*Ilustración desde: Chipola

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