12 junio 2012

Epifanía

Cuando sea mayor, ingresaré a un grupo de vendedoras por catálogo.

Presumiré mi relación cordial con el tiempo y la taparé con cremas y cosméticos llenos de plomo. Cubriré un par de tristezas. Tomaré mes a mes un folletito lleno de promesas. Apuntaré mis flechas a un edificio verde, azul o gris, uno lleno de burócratas tristes.

Llegaré con una sonrisa pronta que acompañe el final del mes, cuando igual no alcanza nada para nada, pero podemos disimularlo muy bien.

Me sentaré a esperar un minuto, entre el tránsito de papeles y de instrucciones enredadas. Esperaré porque sé que ellas me esperarán también.

Les mostraré un mundo distinto. La crema que les devolverá la sonrisa ansiosa de los veinte. La máscara que resaltará unos ojos que no brillan. A lo mejor me compran esos trajes baratos, con tallas indefinidas y absurdas y en ello se lleven la esperanza de conservar para siempre un amor que se volvió costumbre.

Enfatizaré en el mercadeo del plástico, para que todas puedan lucirlo un poco. No debo olvidar que el brillo a nadie hace mal, les venderé una pizca.

Animaré mi cuento con las anécdotas cruzadas de la familia, de los hijos que esperan el triunfo de los pasos repetidos, de la pareja fiel y constante en las sábanas familiares, de la ilusión de las miradas ajenas y envidiosas en el pedestal de la armonía.

Repetiré hasta el cansancio, el orgullo que debe causarles ese modelo bien aprendido, calcado con tanto esmero. Me aseguraré de que se sientan felices por haber cedido su vida. Me encargaré de repetir una y otra vez, las frases que lleven mujercita, bonita, decente y buena.

Atornillaré bien mi aprobación de sus vidas llenas.
Les mostraré cómo la felicidad que sienten pero que no recuerdan, sale a flote dedicando un poco de presupuesto a mis menjurjes.
Ellas se lo merecen.
Al menos se merecen eso.
No voy a entristecerme. Prometo guardarme la tristeza para luego.
Después, lloraré.

6 comentarios:

  1. quisiera encargar un par de pomos. El texto me recuerda que la vida puede estar bien llena de maquillajes, cubierta por azules profundos y rojos encendidos que al final son cáscaras muy secas. Gracias

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    1. Agradezco mucho su comentario y la recomendación. Qué regalón. Se le admira y se le lee.

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  2. y sí, así es el mundo, lleno de gente feliz, pero la felicidad también tiene un precio que los felices no siempre pueden cuantificar. La aceptación de la singularidad quizás sea nada más un paliativo.

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    1. La felicidad es como la verdad, cada quien se la va construyendo o nos repetimos el molde. Gracias por leer.

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  3. Respuestas
    1. Qué honor recibir un comentario suyo. Muchas gracias por leer.

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