31 mayo 2013

Hogar

Aspiro.
Mi nariz puede encontrar un sitio
invisible
escondido en el surco
de tu cuello
pegado a tu piel
lleno de rugosidad,
ondulante, dulce, teñido de madera
salpicado de limón y aire y tiempo

Mi boca lo aborda
intentando palabras que lamen
sin aire
sin motivo
cercanas a ese sitio
abrazando con los labios
que reptan para llenarse
adheridas a ese olor

Mis brazos guardan, se aferran
se sostienen y te encuentran
y se encuentran y se cierran
y descansan
y guían mi peso contra el tuyo
exactos
sin instrucciones
sabiéndose uno al otro
el espacio, cada borde, las fronteras
encallando en un para siempre
que quizá (como para Alicia)
sea un poco más que un segundo.

Ahí, con la cara elevada
y el agua golpeando suave
con tu calor seguro y mi cuerpo cobijado
me detengo
encuentro la calma
la observo
no temo
no temo
no temo:

llegué a casa y puedo irme una vez más.



27 mayo 2013

Silencio

Hay un silencio que no se advierte
y se disimula en el roce
de tu brazo y el mío.
En tu mirada directa,
en tus ojos húmedos
en la esperanza que te nace
en algo que yo no encuentro.
Ese silencio tuyo
esa ternura que se diluye
en tus pies cuando se inclinan hacia mis pasos
en la piel que se enciende
cuando buscamos la del otro
en ese gesto que no planificamos
y que se queda perdido
entre el concreto y el murmullo
de los otros que nos disimulan
que no advierten
que nos escondemos dentro de ellos.

13 mayo 2013

A veces lloro

A veces lloro por vos,
cuando te veo encorvada,
de espaldas,
partiendo cualquier cosa en la cocina,
queriendo que sea el pasado
el que hacés tiras
y comértelo
para que desaparezca,
para que no me duela
para que no te lastime
para que el silencio llegué a llenarte las culpas.

A veces lloro por mi,
cuando el ruido que traigo dentro
llega al tope y se condensa
y se me vuelve llanto,
y me agito en gritos
que cierran el horror en mi garganta
antes de escupirlo, de vomitarlo
de exorcizarlo.

A veces lloro por vos
por tu silencio disimulado en rabia
por tu dolor que sigue callado
por tus formas guardadas
y el qué dirán que te estorba.
Por ese deambular entre amores
que no es más que un laberinto nuevo
para esconderte de vos misma.

A veces lloro por mi,
porque no puedo querer
porque creer no tiene fuerza
porque me da miedo la noche
lo cierto
lo seguro
cuando se me ocultan las caricias y se me olvidan los besos,
cuando el amor se me vuelve seguro en la distancia
y niego el recuerdo y las caricias violentas.

A veces lloro por vos,
acurrucada en la cama,
en silencio,
dormida,
despierta
dormida
por la culpa que no es tuya,
por tu rabia
por vos sin vos, sin pertenecer a nada,
por tu vergüenza,
por ese silencio que te atrapa
que te ahoga,
que te pudre.

A veces, lloro por mi,
por mi suerte,
por el dios que no me defendió
que me obligó a perdonar
y a cambio me regaló
una visión distorsionada del amor,
porque no soy la única,
porque me siento impotente
porque a veces soy un fantasma
tratando de pulir su sombra
y disimularse antes que la luz lo borre.

A veces lloro por vos,
por el abrazo que no sos capaz de darme,
por la ternura que no te nace,
por el único beso que te nació en mi frente.

A veces lloro por mi
por mis colores llenos de sinsentidos
por mis rodillas raspadas
y mi sonrisa entre lágrimas
por mi piel lisa y morena
que ya puedo hacer mía
sin que me duela

A veces lloro por vos
que estás limpia
y te lleno de amor con el pensamiento
mientras te limpio la frente, en la noche
mientras cuido tu sueño
mientras puedo besarte sin miedo
mientras puedo cubrirte a mi modo
y ruego al mismo dios malo
porque a vos si te libre
y le hago tratos macabros
le cambio mi dolor
mi silencio
por un muro de cristal que te salve
y pido para mi todo lo malo
si a cambio vos estás a salvo.

A veces lloro por mi
y a veces es a diario.

06 mayo 2013

Flan

Todo iba bien. El flan contenido en un recipiente hermético. El hermético dentro del congelador.  El congelador en la cocina. La cocina con llave. Doble llave. Un pedazo robusto de madera cruzó la entrada, asegurado con una cadena. La cadena sujeta por un candado. El candado cerrado. La llave del candado segura, en mi mano. Todo ahí dentro de esa caverna llena de aire frío que tengo dentro del pecho.  La caverna es cómoda, es un sitio profundo, cruzado por laberintos y parques verdes y fecundos. Es un abismo dentro de la paz. Como las letras pequeñas de un contrato, como ese sueño recurrente que se olvida hasta que vuelve a aparecer.
Ahí estuvo todo contenido, hasta que se le ocurrió voltear y ver por la ventana. Y a  mi se me ocurrió verlo, viendo.



02 mayo 2013

¿Seguís ahí?

Te escribo a vos, nena de colita de caballo, camisa de franela y botas atadas.

A vos que te escondías detrás de la cama comiendo manzanas, leyendo libros, escribiendo cartas. 

A vos que te inventabas un mundo en cuatro paredes porque no aprendiste a vivir fuera, porque el mundo se te redujo a lo que te dijeron que debía ser.  

A vos, que salías volando por la ventana cuando la tristeza era demasiada, cuando las letras se te acumulaban y se enredaban torpes, corriendo por salir. 

A vos que te imaginabas ruda fumando a los doce, mientras tus compañeros del colegio miraban cómo tragabas humo sin toser. 

A vos que te prendiste un gesto de gravedad en medio de los ojos, uno que parecía serio, profundo y que desarmaba, que te protegía de todos y de uno.  

A vos que aprendiste a ser buena, a hacer las cosas bien, a cuidarte y a tener miedo de vos misma.  

A vos te escribo, nombre que nunca fue propio, cuerpo que nunca te perteneció, alma que temías y temores que te sobreviven. ¿Estás lista?

¿Escuchás ya con tus propios oídos, no solo lo que querés oír, sino el ruido, el propio eco que te nace en los demás y tu silencio?

¿Soltás tus palabras, libre ya o las atás de un cordel, fingiendo vuelo? ¿Como un barrilete divertido, pero esclavo permanente en tierra?

¿Poseés tu cuerpo, lo disfrutás, lo recorrés, lo aspirás, te pertenecés sin miedo y sin límites, sabiéndote tuya?

¿Saltás aún en los charcos? 

¿Caminás bajo la lluvia, cerrando los ojos y tragándote las gotas que te mojan el rostro? 

¿Sos dueña de tus pasos o seguís solo el camino que te marcan? 

¿Dirigís tu rumbo, sos dueña de tus incertidumbres?

Nena de colita de caballo, camisa de franela y botas atadas, ¿seguís ahí?

Metal

Recuerdo cuando era el amor
el necio tema diario
la falta tuya,  la falta mía
la coincidencia de nunca estar
el eterno dilema del amor inconcluso
los incendios que nunca fueron
el hielo que se murió en mi boca
el exceso de vos, de tu silencio
de mi, de mi silencio
del ruido que hacíamos entre los dos.

Era una época hermosa,
a pesar del dolor
porque el dolor dolía dentro
porque no era sangre
porque no era violencia
porque no eran gritos callados
por tanquetas, por fusiles
por el miedo de ser contrario
y que te culpen y que te lleven

Porque el amor aunque dolía
no era tan duro como la muerte
la muerte del encierro
la muerte de la libertad
la muerte de uno comprado por dinero
la muerte del pobre matando a otro pobre
por un metal.
un metal
metal
tan
letal
metal.

¿Te apuntás?

Mi foto
Si pudiera dejar de escribir, seguramente lo haría. Mis otros blogs: lilianavillatoro.wordpress.com oracogeecocaro.blogspot.com eldecalogodelciempies.blogspot.com