31 mayo 2013

Hogar

Aspiro.
Mi nariz puede encontrar un sitio
invisible
escondido en el surco
de tu cuello
pegado a tu piel
lleno de rugosidad,
ondulante, dulce, teñido de madera
salpicado de limón y aire y tiempo

Mi boca lo aborda
intentando palabras que lamen
sin aire
sin motivo
cercanas a ese sitio
abrazando con los labios
que reptan para llenarse
adheridas a ese olor

Mis brazos guardan, se aferran
se sostienen y te encuentran
y se encuentran y se cierran
y descansan
y guían mi peso contra el tuyo
exactos
sin instrucciones
sabiéndose uno al otro
el espacio, cada borde, las fronteras
encallando en un para siempre
que quizá (como para Alicia)
sea un poco más que un segundo.

Ahí, con la cara elevada
y el agua golpeando suave
con tu calor seguro y mi cuerpo cobijado
me detengo
encuentro la calma
la observo
no temo
no temo
no temo:

llegué a casa y puedo irme una vez más.



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