Preguntan tus lágrimas y no tengo respuestas. Se enredan las palabras para hacerte un cristal, que te salve del odio. No tengo más razón que yo misma. No tengo más razón que la libertad. No tengo más razón que este aire que ahora compartimos, ligero y sano, lleno de paz.
Un puerto lleno de hojas y una hoja llena de mar.
Una galaxia negra y el calor del sol.
Una luna redonda y escarchada
y dos silbatos de tren.
Una estación rampante
y una esquina en doblez.
Te pinto el silencio y el dosel.
Te llevo de viaje,
de viaje un cincel.
Un fragmento que se cuela y agrieta.
Ya son las diez.
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