Todo apunta al mismo círculo, la misma calle, los mismos rostros, las rutinas aprendidas y el ciclo eterno de inicio, conflicto y desenlace. Me harté. Cerré la puerta. Aquí no hay más inicios, son bienvenidos los conflictos y las tramas complicadas, los guiones dadaístas y surreales, los diálogos pulcros y espontáneos. ¿Y los finales? Esos son la razón de ser.
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