Los jueves me visita una mujer. Tres niños la siguen, sucios y cabizbajos. Pide trabajo, mientras se instala en la silla de visitas para platicar un momento. Creo que más que dinero, busca ese momento para contarme de sus hijos y por qué no están en la escuela. No tienen casa, trabajo ni alimento. No sé como sobrevive y lo único que se me ocurre es recomendarle que no les compre comida chatarra. No le alcanzará para mucho y a mi no me consuela para nada.
Estudié por varios meses teoría para entender pobreza, mientras Vicente se esforzaba y yo le cuestionaba con Friedman en mano. El asunto es complejo cuando el sentido no se comparte. Empezás hablando de capital y te perdés en la plata y confundís el asunto de la riqueza creyendo que lo comprendés mejor que nadie como si solo fueran billetes. Hablás de contratos, de seguridad jurídica, pero en la discusión te perdés en el ideal y te quedás frío, sin sentir que aquí la justicia no existe. Entendés que Marx se equivocó y Engels confundió el discurso, cuando la teoría no ha podido explicar a cabalidad el dolor y pensás entonces que el empresario de éxito y las manos invisibles del mercado son la respuesta correcta. Te armás una realidad que te parece deseable porque la capacidad individual, los costos de oportunidad y las leyes simples de la "libertad" te hacen soñar que todo es más fácil que ser humano.
En algún momento que no entiendo, tal vez cuando advertí que las relaciones de poder me afectan también a mi, empecé a entender a Vicente. No sé cuándo dejé de pensar en riqueza como medida económica y en desarrollo como algo material. Estamos confundidos y nos confunde un discurso. La razón no se encuentra en la izquierda o en la derecha, en la social-democracia ni en el libre mercado. No encontramos respuestas porque no somos capaces de estructurar la pregunta. Algunos se especializan en debatirlo con argumentos bien armados pero se niegan a comprender que no son argumentos los que se necesitan sino revalidar conceptos. El valor es uno de esos términos que nos dan cercanía y que luego nos dejan con distancias tan abismales.
