13 marzo 2013

Fumetto

- El tiempo es una absurda metáfora de la eternidad -dijo, con esa voz ronca y profunda con sonido de caverna. Recogió las últimas piezas de metal y empujó la rueda. El vértice se hizo claro mientras las líneas que atravesaban el círculo desaparecían con la velocidad, dibujando esa libertad tan cómica de lo que se mueve sin estar realmente suelto.
Seguía siendo un holograma, igual que sus palabras y el montón de espuma que acumulaba mi digestión al verle. 
Quise responder antes de enredar mis piernas a su cintura, antes que mis ojos buscaran sus ojos dentro de ese rostro que se vuelve gris y borroso y que se pierde y se esconde, que conozco sin saber quién es porque mi tacto guarda de memoria la forma de la espalda y el peso del cuerpo, la sensación de la piel dura y tensa y ese camino áspero que se pierde en el arco de mi palma. No tuve tiempo, sonó el despertador.


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