05 marzo 2013

Azul

A nada le temo más que a la calma.
Prefiero llover con fuerza
o contemplar de lejos
un chubasco tibio,
gotas que golpean suave,
que se mecen en el suelo
antes de pegarse a él.

Prefiero una corriente densa,
un charco salpicado.

Prefiero el vapor,
la muerte lenta del agua
volviendo al sol.

La calma no,
calma y profundidad,
el estuario pronto,
final y desembocadura.
El abismo extenso que no se muestra.
Calma no.
No.


















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