Había una vez una bombilla, enamorada de su propio resplandor.
Moría en el día, envidiosa del sol,
porque el mundo se convertía en un lugar frío, hostil y aburrido.
Renacía en la noche, cuando la oscuridad la hacía necesaria.
Se iluminaba dolorosamente por dentro, en todo su esplendor.
Hasta que se quemó.
Moría en el día, envidiosa del sol,
porque el mundo se convertía en un lugar frío, hostil y aburrido.
Renacía en la noche, cuando la oscuridad la hacía necesaria.
Se iluminaba dolorosamente por dentro, en todo su esplendor.
Hasta que se quemó.
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