Ya no hay eco
el sonido no existe,
ni el torrente
ni la luz
Todo es silencio
aquí dentro
el miedo de alguien
que no conozco
se enroscó en mi piel
su grito me dejó callada
su miedo se llevó mi fé
Tampoco hay lágrimas
no queda ninguna
todas se las llevó ella
todas las usó
con cada golpe
con cada herida
con la saliva indeseada
con el tacto ajeno
con el asco pegado en la frente
con la gana de morirse sin sentir
No sé su nombre
pero la siento inmensa
fría
temblando queda
aquí dentro.
No huele a nada
no dice nada
solo se ciñe y se guarda
Soy su escondite
su puerta cerrada
la nula posibilidad de escapar
un agujero en la pared, que no es suficiente
un camino que nunca verá
porque solo es sombra
porque las lágrimas no curan
no lavan
no quitan la vergüenza,
el miedo, el sudor ajeno,
el peso que ahoga,
la piel que se desgarra,
la sangre salada.
Y yo soy solo un muñón,
inútil,
como el resto
como todos
como siempre.
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