18 febrero 2013

Durazno

Los colores de las telas tienen nombres curiosos, como si pudieran comerse. Pero a vos te gustaban aunque no supieras el nombre. Esa camisa en particular, te suavizaba cada vez que volvías con la intención de quedarte, para reafirmar un amor que jugás como yo-yo.

Anoche volviste a jugar. La camisa desteñida se hizo espacio bajo mi reflector. Tu espalda encorvada y sus brazos engulléndote decididos. Y esos ojos que siempre brillan cuando me ve, cuando intenta descifrarme, cuando me cree competencia y busca hacer un sprint que solo a ella le interesa. Esos ojos se iluminaron.  Me vio y retuvo el abrazo para asegurarse que yo lo viera. Me escarbó por dentro, hurgó, buscó lo mismo que hace rato yo no encuentro.

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