Frente a la ventana había un pequeño espacio, entre la pared y la cama. El cuerpo pequeño se acomodaba con agilidad deslizando la cadera hasta hacerse invisible en la habitación. Se cubría con un libro y soñaba que nadie notaba su ausencia. Eran tiempos buenos. Luz naranja rebotando al final de la tarde, mamá gritando, llamando hasta encontrar, riendo por la ocurrencia. La noche llegaba en compañía, los rituales familiares se repetían y no había más afán que vivir cada día esperando que esa noche, el closet permaneciera cerrado, las cerraduras fueran más resistentes, los rostros que se dibujaban con la luz de la ventana sobre la madera, la ropa, el piso, las cortinas no llegaran a materializarse, a reir con la boca abierta y los colmillos expuestos, a verla con los ojos desorbitados y ansiosos, a pegarse en su mirada hasta desaparecer detrás de la imagen desenfocada, burlones, atentos a la pesadez y la imposibilidad de huir de aquellas cobijas que nunca ampararon el miedo.
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El título corresponde a una canción de Cat Stevens que se atravesó hoy. ¿Coincidencia?, si, quizá.
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El título corresponde a una canción de Cat Stevens que se atravesó hoy. ¿Coincidencia?, si, quizá.
cause i've been running a long time
on this travelling ground
wishing hard to be free
of going round and round
yes i've been moving a long time
but only up and down
i gave my last hope to you
don't hand it back to me bitterblue
my bitterblue
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