18 septiembre 2013

Rumbo


Hay un sitio despoblado, frío y áspero
un círculo de oscuridad
que oprime por dentro
con el hambre voraz del dolor

Es una plataforma en la orilla del abismo
(propio)
un escalón sin continuidad
(ni retorno)
es la falta de todo
y la presencia de nada

es el hielo
la falta de luz
la sed 
es el miedo que se burla
en el espejo

Es el ovillo que encierra a una niña
que se volvió sorda de tanto gritar
que toma entre los brazos su cabeza
intentando proteger su último resquicio

Desde ahí, en ese pozo maloliente
atisbo y veo una luz
(la de tus ojos)
un gesto
(tu sonrisa)
sílabas aisladas de otro dolor
y no importa
mi cuerpo cubierto de sangre hecha costra
de lodo
de golpes
de violencia
si el día que pueda levantarme, sé
que un solo sonido 
de un minúsculo grito
logró llegar a tu oído
y hacerte voltear
hacia el faro que, aún apagado,
intenta ser rumbo.

Si aún entre todo el estropicio
una grieta se permite filtrar
una sola partícula
se cuela
y desata las mínimas realidades,
las espirales, los destinos, las casualidades
y te da un motivo, uno solo
para ser feliz.

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