Llegó como una coincidencia extraña. Como cuando uno piensa que no va a llover y se termina empapado. Lleno de fatalidades y anunciando que la vida es una mierda que él solo se encargaba de revolver. Llegó con miedos y prejuicios, con su cantaleta de la maternidad. Con su gusto de presumir mujeres como cualquier otro "objeto bonito" que se puede comprar. Exhibiendo un peligro que ni asumía ni soltaba. Queriendo ser lo principal y llenarse un vacío. Buscando un cariño que no le surgía dentro. Se desgranó en mentiras, en cuentos inventados, en palabras vacías que le sirvieron para construirse una historia idealmente imposible. Una que no podía negarse, porque era un lujo demasiado grande, una oportunidad que ni siquiera había soñado, una lotería que ganó sin comprar boleto. Llegó de frente con la certeza del que no tiene nada que perder y queriendo ganar un todo que no tenía dónde acomodar. Se le salió de las manos. La historia lo excedió. Se llenó y rebalsó. Fue demasiado y nunca pudo más que con poco.
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