Entró con la solemnidad que antecede esa humillación de tener que pedir cuando no se está acostumbrado. Hizo un viaje largo, me lo aclaró desde el inicio. Quiere ayuda, su hija está enferma. Tiene el corazón demasiado grande y algunas arterias están cerradas, aunque él mencionó que a veces es el corazón el que se cierra. No se comunica bien con los pulmones, sufre con exceso de sangre que no puede bombear y no ayuda al cuerpo que lo necesita. Además no se encuentra en el lugar correcto. -Tiene el corazón de lado, no es normal, me dice con los ojos fijos, casi sin sentir que la tristeza lo arrastra.
Busco mi billetera. Le doy una solución que, como siempre, no alcanza y él deja esta historia que me recuerda un poco a mi. Corazón de tamaño inadecuado, a veces cerrado, incapaz de comunicarse con quien lo necesita y terriblemente de lado. Pero lo mío es voluntario y ahora siento vergüenza.
Busco mi billetera. Le doy una solución que, como siempre, no alcanza y él deja esta historia que me recuerda un poco a mi. Corazón de tamaño inadecuado, a veces cerrado, incapaz de comunicarse con quien lo necesita y terriblemente de lado. Pero lo mío es voluntario y ahora siento vergüenza.
Hermoso texto.
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