05 agosto 2013

Santa María

Una carretera de piedra se extiende por la montaña, parte el bosque y le hace una cicatriz al verde. El horizonte es una mancha de azules varios al fondo, en el valle, en el vacío.  Conducimos algunas horas y encontramos construcciones que vuelven angosta la ruta.  Llegamos. Hay una fiesta. Actos. Una escuela. Celebran algo.

Desde el micrófono una voz se eleva para presentarnos a Santa María. El nombre me causa curiosidad. Atisbo el rostro. Es lejano. El cuerpo se inclina hacia la derecha sosteniéndose apenas en el aire, sobre la tarima cubierta de pino como si hilos invisibles la detuvieran.  Repite un poema viejo, clama a las montañas.

Los ojos están húmedos, la nariz enrojecida, la voz sin sentimiento. Repite, sin equivocarse, pero no está.

¿Dónde te quedaste, Santa María?
¿A dónde fuiste?
¿Fuera del lodo, del frío, de la tierra y el estropicio que cubre todo?
¿Estás volando, tocando las nubes, fuera de acá?
¿Te quedaste encerrada en alguna lágrima?

Santa María habla de brumas, de tristeza, de la ausencia de alguien que viaja sin esperanza de volver.

En los ojos de Santa María no hay nadie, ni tristeza, solo ausencia.
Es el silencio, Santa María, el que te llena el reflejo de la nada que está ahí dentro, cubriéndote con su cobija tibia y sus brazos largos.
Y la niebla, esa de la que habla, la que nos envuelve no la envuelve.

Es ella, Santa María, la niebla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te apuntás?

Mi foto
Si pudiera dejar de escribir, seguramente lo haría. Mis otros blogs: lilianavillatoro.wordpress.com oracogeecocaro.blogspot.com eldecalogodelciempies.blogspot.com