20 agosto 2013

Un recuerdo, querida X.

Tiró el teléfono sobre la cómoda y salió caminando lento, marcando cada paso sobre la alfombra. Asegurándose de dejar descrito el camino del adiós.
Ella se congeló entre la indecisión de salir tras él y pedirle que volviera con las mil promesas de siempre que incluían esconder los demonios tras el sofá y la enorme ansiedad de revisar otra vez el teléfono.

Ganó la ansiedad. 
Ganaron los demonios.
El adiós quedó bien marcado y ella encontró alimento suficiente para las criaturas que la atormentaban.

Y vivieron por siempre felices.



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