17 diciembre 2012

Deseos de navidad.

- Ya quiero mi tatuaje, dije.
- Hagámonos tres, respondieron mis planes.
- No hay plata, dijo mi cuenta
- Abrí la alcancía, interrumpió mi subconsciente.
-¿Cuál alcancía? alcancé a pronunciar.
- Faltamos nosotros, recalcaron mis pendientes.
- ¿Y eso qué?, es para vos, susurró la vanidad.
- Nuay, dijo enérgico mi bolsillo

Y el muy hijueputa manda.

¿Volvemos?

No puedo más. Ya intenté hacer mi vida sin vos y no resulta. Intenté reemplazarte y tampoco me siento cómoda. Quise quedarme sin tu presencia ni tu recuerdo y no logro barrerte definitivamente porque te instalás en mis necesidades con tu ironía, burlándote de mi y aparentando indiferencia.
No sos indispensable, pero con vos la vida no tiene sobresaltos. Las líneas divisorias permanecen claras, los límites existen y yo siento que el equilibrio me funciona. Si no estás, por el contrario, todo se vuelve difuso, los bordes se salen, se desdibujan, coquetean y se desparraman buscando adherirse a cualquier otro borde, confundiendo.
No tengo certezas, vos me las das todas.
No puedo caminar confiada, sin vos,  porque aparece una grada de repente y me tropiezo. Cuando vos estás solo quedan los accidentes, de los que no me escapo pero resultan más bien ocasionales y siempre puedo echarle la culpa a la casualidad.  Pero cuando estás todo queda claro, el contraste se manifiesta y no tengo que forzarme para entender cada línea, cada trazo, cada píxel.
No, no sos indispensable, pero como me hacés de falta siempre, querido par de lentes.

PD: Intenté engañarte con un par de lentes de contacto pero no funcionó. Invaden mi espacio y ese brillo.... Prefiero tu cuerpo cercano pero distante. Nos funciona bien así. 

12 diciembre 2012

"Just ride"

Alguna vez, mientras perfeccionabas el arte de aterrizar como los gatos, ví que el asunto se perfilaba distinto. Que esta alergia no me permitía abrir ese paracaídas y entonces empecé a surfear.
Surfear las olas, que son los otros, que es la vida, que a veces soy yo. Y me dí cuenta que me gusta el agua, aunque la corriente esté en contra, aunque la ola sea demasiado baja, aunque me tenga que inundar.
Y luego permanecer en mi balsa, contemplando el cielo con o sin estrellas, de noche o con luz, deseando quedarme para siempre, sin llegar a ninguna isla, sin que nadie por vida suya se atreva a rescatarme jamás.

10 diciembre 2012

Réquiem por una ducha

Hace frío. Una nube se posa en el suelo y me abraza con dientes filosos que se hunden, poco delicados, arrogantes, sobre mi piel.

Silencio. Puedo gritar y nadie escucha. Todos duermen y los despiertos se ocupan de acelerar el tiempo, jugando a engañar la constancia de la luz, que no se levanta aún.

Y vos, con tu actitud severa, queriendo suplantar al karma para hacerme pagar qué se yo cuántos errores. Ahí, estática. Indiferente a mis manos que se enrollan en tus espirales, abriendo, cerrando, intentando.

No decís nada, no cambiás un ápice tu actitud. Te ensañaste en tu brevedad, en un no rotundo, y no concedés siquiera la duda de entibiarte el alma de hierro. Ese corazón tuyo, tan plástico y con sabor a pvc, me deja suspirando, me hace tentar la fé e intentarlo siempre una vez más.

Me prometo olvidar y buscar algo más, dejar de rogarte todos los días, todos los minutos de cada puta mañana para que te calentés y me permitás el lujo del agua caliente constante en la espalda, pero no querés, condenada ducha impotente e incapaz.

Lo tuyo es el agua fría.

05 diciembre 2012

¿Por qué?

Preguntan tus lágrimas y no tengo respuestas. Se enredan las palabras para hacerte un cristal, que te salve del odio. No tengo más razón que yo misma. No tengo más razón que la libertad. No tengo más razón que este aire que ahora compartimos, ligero y sano, lleno de paz.

Te pinto un arcoiris y una noche de sal. 
Un puerto lleno de hojas y una hoja llena de mar. 
Una galaxia negra y el calor del sol. 
Una luna redonda y escarchada 
y dos silbatos de tren. 
Una estación rampante 
y una esquina en doblez.
Te pinto el silencio y el dosel. 
Te llevo de viaje, 
de viaje un cincel. 
Un fragmento que se cuela y agrieta. 
Ya son las diez.



30 noviembre 2012

Todo apunta al mismo círculo, la misma calle, los mismos rostros, las rutinas aprendidas y el ciclo eterno de inicio, conflicto y desenlace. Me harté. Cerré la puerta.  Aquí no hay más inicios, son bienvenidos los conflictos y las tramas complicadas, los guiones dadaístas y surreales, los diálogos pulcros y espontáneos. ¿Y los finales? Esos son la razón de ser. 

Círculos

día. un dia. solo uno. uno. día. nada más. otra hora. negando. asintiendo. esperando. despejando. caminando. doblando. y regresando. sin razón. sin rumbo. un minuto. muerto. soy. quiero. hiero. herida abierta. hendidura. no hoy. hoy no. no. hoy. mañana. no.
no
no
no

26 noviembre 2012

Hilo

Noviembre 24 de 2012.
Dejo el confort del transporte de siempre y camino sola en la carretera interamericana. Me detengo a pedir indicaciones y Corina Guarcax ofrece llevarme a la parada de bus. Me pide prestados Q2. Servirán para pagar su traslado y el de un bulto de elotes al Mercado de Mayoreo de Sololá.

Corina tiene 19 años y la piel curtida por el viento, el frío y la vida. Yo regreso de un viaje catártico a la ciudad, donde debí anudar los últimos cabos de este año y despedir un par de fantasmas. Viajo de vuelta para hacer el mismo ritual en Atitlán.  Corina es afable y se asombra cuando sabe mi edad y que no tengo marido.  Soy un Alien.

Sobrevivimos juntas un par de piropos indeseables en la carretera y nos sentamos bajo el sol.  Me cuenta que tiene tres hermanas. Ella es la mayor.  Veo sus pies, cubiertos de tierra, su espalda torcida, que ha dejado de sufrir por el peso, el rostro que aparta del sol y que dibuja un mapa debajo de sus ojos.  Ella ve mis zapatos atados, mis jeans desteñidos, la mochila al hombro y el suéter en la cintura.  Somos extrañas, pero no lo sentimos así.

Llega el bus. Corina se sienta lejos, cuidando el bulto.  Yo me siento sola y empiezo a rememorar cada instante. Cada kilómetro. Cada recuerdo. Cada vista.  Atitlán fue uno de nuestros sitios y guarda la época en que fuimos felices, guarda nuestros deseos puros, los planes pensados sobre roca firme y siento que debo lavarme en sus aguas este punto final.

El bus se detiene en Sololá. Digo adiós pero mi voz se hace queda.  Corina pasa sujetándose al tubo de hierro que enmarca los asientos y siento un poco de tristeza.  Llega al final del pasillo y voltea, mientras deja escapar un adiós,  firme y tibio. No sé si volveré a verla.
Me gusta pensar que sí, que somos parte de un hilo extenso y profundo que nos enlaza, que nos hermana, que nos reunió en este punto del camino.

Varios teóricos han desarrollado el tema de las coincidencias, lo que me resulta apasionante, como el tiempo y la forma en que lo percibimos, pero aunque esto no sea relevante en nuestra historia, quiero dejar escrito el nombre de Corina Guarcax, para no olvidar sus pies cubiertos de tierra, su espalda doblada por el peso y su piel quebrada por el viento.

La nombro antes que el tiempo difumine el hilo que nos unió, aunque mis pies guarden otra tierra, aunque no perciba el mismo peso sobre la espalda. Aunque las cicatrices de mi piel tengan otra causa.

Mañana será 25 de noviembre.  Corina y yo somos mujeres en Guatemala y serlo tiene algo de cicatriz.  No me gustan los cantos y redobles que gritan victimización. Me gusta creer que Corina y yo somos sobrevivientes en un sistema cerrado, machista y pequeño, en el que las mujeres no cabemos sino es con la etiqueta de producto y me gusta más pensar que un día las dos podamos celebrar la emancipación de nuestros cuerpos, de nuestras vidas. Celebrar ser mujeres y dueñas de nosotras, de nuestros destinos más allá de la pobreza y los convencionalismos. Salud, Corina Guarcax.

21 noviembre 2012

Ilusos

Te voy a dejar, le dije al amor. Y el amor palideció un poco y se encogió en su sillón.  Se hizo pequeño y me vio con esa cara de mendigo que pone a veces, cuando me siente decidida.  Dí la vuelta. El muy cínico no respondió nada.  Me encontré a la nostalgia y aproveche para decirle que haga favor de sacudirse el polvo cada que venga, porque me deja rastros y ya me cansé de pensar que son desiertos.  Esperé fuera, con la puerta cerrada, mientras el amor y la nostalgia chismearon un poco y se rieron de mi.  Los dos se escondieron bajo el sillón. Se amaron, estoy segura, porque escuchaba gemidos quedos. Bah. Ilusos. No saben que yo sé.

20 noviembre 2012

Was left

Whatever was left of Walter Kovacs died that night with that little girl


Una vocecita canta
llena el aire
de dulce y tibio.
(el amor es algo tibio).

Una niña 
que perdió la raíz
que busca aferrarse
que sigue de pie 
levantando un muro
al que amarrarse
que es el mismo
que ella sostiene

Muere
muere lento,
una sombra densa
partiéndose en dos
la tinta que surca la piel
que le recuerda
que la vida son hechos
que la memoria engaña
que después de saberlo
puede vivir
flotando
encontrando
creyendo
en la nada o
en el tiempo
en puntos y eventos
que se anudan y se multiplican
y se deshacen y ya no están.
No más.

15 noviembre 2012

Quince pasos

Estacionó despacio, cuidando alinear las llantas, perpendiculares, exactas, a la acera. Apagó el motor, tomó las llaves y bajó decidida, con los movimientos ensayados en la costumbre de siempre.  Los zapatos firmes en el concreto, el ruido ahogado y solitario de la puerta al cerrarse.  La mirada resuelta, evitando contacto ajeno. La bolsa inmediata al hombro.  Quince pasos exactos hasta la puerta de la casa.
Un leve movimiento del cuerpo, el brazo dibujando una vertiente y la bolsa rauda en la mano.  Los dedos imperiosos buscando el metal.  
Buscando, buscando, buscando...

14 noviembre 2012

Aprender aprendiendo, para vivir viviendo.

Una vez tuve un accidente, uno de verdad. Fue en la época en que aprendí a conducir, conduciendo.  Prestaba el carro y aceleraba con cuidado a la casa de una amiga, que a veces estaba y que a veces era solo pretexto para moverme unas cuadras y probar a hacer cambios y mover correctamente el timón.

Ese día, como los otros, mi papá me dio las llaves sin chistar, ante las quejas de mi mamá.  Encendí el carro, que era blanco y demasiado familiar para mi gusto. Saqué despacio el embrague y llegué a la primera cuadra. Me acomodé detrás de un camión porque otro vehículo cerró el paso. Frené lento.  

Como a casi todos cuando empiezan a manejar, se me dificultaba sostener el carro en subida, que en este caso era bajada y con los nervios encima por el par de vecinos curiosos que observaban mis maniobras, confundí la cuarta con el retroceso. Un sonido parecido a platos rompiéndose.  El freno rápido. Las manos y los pies movidos por los nervios.  La culpa.  

Logré mover el carro y continué el recorrido, recortándole unas cuadras. No hubo visita con la amiga. Regresé con un sabor amargo en la boca y la angustia partiéndome el estómago.  Guardé el carro y fui directo a hablar con mi papá. Confesé mi crimen y ofrecí pagar cada centavo de la reparación.  Mi papá sonrió y aceptó la disculpa sin decir palabra.  Él arreglo la lámpara rota y siguió prestándome el carro. Creo que es una postal bastante cercana a lo que fue mi relación con mi papá y del amor incondicional que le tuve y que me tuvo, que le sigo teniendo y que me hace llover de vez en cuando.  Pero es una lluvia bonita.


Lotería

Llegó como una coincidencia extraña. Como cuando uno piensa que no va a llover y se termina empapado. Lleno de fatalidades y anunciando que la vida es una mierda que él solo se encargaba de revolver. Llegó con miedos y prejuicios, con su cantaleta de la maternidad. Con su gusto de presumir mujeres como cualquier otro "objeto bonito" que se puede comprar.  Exhibiendo un peligro que ni asumía ni soltaba. Queriendo ser lo principal y llenarse un vacío.  Buscando un cariño que no le surgía dentro. Se desgranó en mentiras, en cuentos inventados, en palabras vacías que le sirvieron para construirse una historia idealmente imposible. Una que no podía negarse, porque era un lujo demasiado grande, una oportunidad que ni siquiera había soñado, una lotería que ganó sin comprar boleto.  Llegó de frente con la certeza del que no tiene nada que perder y queriendo ganar un todo que no tenía dónde acomodar.  Se le salió de las manos. La historia lo excedió. Se llenó y rebalsó. Fue demasiado y nunca pudo más que con poco.
Laberintos densos y absurdos. La realidad distorsionada por nuestros deseos y  la vida concentrada en un par de horas que no podían ser. Queda lavarse las grietas, borrarte hasta que la sombra quede convertida en un recuerdo que no duela. Un recuerdo pequeño, que se pueda llevar con comodidad y que, con suerte, se pierda en el camino.

Noviembre

Arranqué la última raíz que me quedaba, dejé los escombros y caminé, viendo atrás, sí, porque no puedo dejar la vida disimulada y todos los segundos, minutos, horas, momentos, años, que tiene esta historia, como si nada.
Y aquí voy, con las rodillas raspadas, con la costumbre de sacudirme la tierra después de probarla y las ganas de no perder esta costumbre imbécil de seguir creyendo en lo que hago, en lo que digo, en lo que veo, en lo que siento,  de guardarme un poco el sentido y volar sin alas, a dónde la luz se termine y no dibuje más sombras. Por que es lo que queda, porque es lo que quiero,  porque lo indisoluble se queda conmigo, por siempre. Amén.
Motagua

Vino el disco, con esa canción infinita y no puedo evitar tararearla...
(Click en el título y voilà)

08 noviembre 2012

Anagnórisis

Suelo llegar como un torrente,
como un caudal desbordado, 
un relámpago 
demasiado cercano
un estrépito

un grito 
en medio del silencio, 

como la oscuridad total a medio día.

De repente
sin esperar
martillando
doliendo
rasgando
abofeteando
marcando con sal heridas que no conozco
adivinando nada
y sabiendo sin saber.

Un flash
una bomba
una esquirla desviada del blanco

La sorpresa de la grieta que cedió
la adherencia que no existe
y el dolor de no permanecer.


Sueños

El terapeuta siempre pregunta por mis sueños.  Dice que encierran lo más grande: miedo y deseos.
Antes soñaba distinto. Estaba programada, encuadrada, la vida tenía un plan y mis sueños una estructura.  Planos intercalados, diálogos y hasta color.  Eran una producción completa, con buenos argumentos, fáciles de recordar. 
Pero llegó la época de romper con todo y en ese ejercicio burdo de desconectar, desempolvar, desarmar y hacerme pedazos la vida, se me quedaron los sueños disminuídos a nada.  A un espacio negro en la pantalla, sin sonido, sin créditos, sin historia y sin personajes. Nada.
Perdí la capacidad de soñar. Durante algunos meses me quedé vacía de deseos y los miedos se fueron al carajo o se escondieron debajo de la coraza que me cosí para sobrevivir la transición.
De repente hace algunas semanas y con el dolor de la muerte encima, volví a soñar.
Regresaron los sueños pero regresaron distintos.  Ahora son imágenes difusas, personajes cercanos siempre y un miedo recurrente: el de perderte a vos.
Supongo que sos mi ancla a la realidad, que si no fuera por vos, viviría en una fantasía de colores exaltados, dándome de topes por la vida, sobreviviendo. 
Tengo miedo a la muerte, pero a la muerte tuya.  Tengo miedo a no tenerte, a no ser el edificio de acero que pueda guardarte, a no poder cercar la maldad lejos, correrla y desterrarla para que no te toque, a no ser el todo completo que necesitás de suelo para echar raíces. Tengo miedo a no estar, a que la muerte me juegue feo y sea yo la que se vaya primero.  Pero no tengo miedo a morir porque no pueda vivir, tengo miedo a morir por no estar con vos. Miedo a no verte crecer, a no sostener tu mano lo suficiente, a la falta de tiempo para amarrarte alas, para explicarte que todo puede ser distinto, a que desmenucemos con paciencia la idea del cielo y del universo, a que nos inventemos infiernos coloridos y cuentos de hormiguitas viviendo en un árbol, a no ver tu sonrisa cada noche, cuando querés que rece y empiezo con "Dios, diosito o diosita, lo que sea", o al intercambiar una mirada cómplice cuando a alguien cercano se le sale un prejuicio,  a no poderte regalar suficientes libros, hablar de todos nuestros temas, explicarte que la vida sigue y ayudarte a tomar el mundo sin fronteras.
Fallarte y no estar.   Ese es mi miedo.



.

31 octubre 2012

Agua mineral

Los miércoles no había clientela en el bar.  La barra permanecía solitaria, excepto por el fulano que llegó en octubre, con su cargamento de sueños rotos y la lluvia detrás, con un par de historias fortuitas pero ninguna duradera, con un amor imposible como único cabo al que se ataba la vida y una extraña caja metálica bajo el brazo.

Una cadena larga, fina pero sólida, unía la caja a una especie de grillete en espiral que ceñía su brazo derecho y se escondía bajo la manga. 

Detrás de la corbata y el traje de marca, mantenía una lucha constante entre el deseo de invisibilizarse y el de no pasar desapercibido. Una más de las contradicciones que arrastraba. 
Tenía la risa pronta y una clara disposición a analizarlo todo, a presentar razones para desanimarse cualquier ilusión. No siempre lo lograba, pero le alcanzaba para creerlo.

La primera vez no me sorprendió el agua que se presentaba tras él. Luego de un mes de lluvias casuales fuera de temporada, empecé a suponer que era él quien las traía, pero no importó y el parecía no notarlo. Llegaba y pedía agua mineral, quejándose siempre del humo de mi cigarro.  Se sentía cómodo narrando historias en las que era el protagonista y reía fuerte. Las horas se extendían entonces. El hablaba y yo escuchaba, mientras la noche se acumulaba fuera.

A veces se quedaba en silencio.  Cerraba los ojos luego de un trago largo y se acariciaba con las yemas de los dedos, la parte superior de la nariz.  Era un gesto lento, estudiado, metódico.  Se hundía en recuerdos, sonreía y volvía inmune a las anécdotas.

Un miércoles cualquiera, cuando octubre quedó lejos, me atreví a preguntar por la caja.  Él estaba abandonado en el gesto, las manos bajo los lentes y la caricia en la nariz.  Se detuvo de golpe. Su rostro se tensó por un momento.  Abrió los ojos y pude notar una mirada opaca (y por más que lo intento, no logro recordar el color de esos ojos).

Arremangó su camisa y me mostró la espiral.  Vi la piel rojiza, irritada por el roce y la cadena.
Tomó la caja y abrió un pequeño seguro que tenía al frente.  Dentro había otra caja, más pequeña, más delicada, siempre metálica.

Abrió la segunda caja y apareció una tercera, también metálica, grabada con figuras pequeñas que simulaban raíces.  Bajo la caja un pequeño lienzo con trazas oscuras de sangre seca.

-¿Qué hay dentro? -pregunté, con miedo a no encontrar respuesta.

Me vio nuevamente a los ojos (o quizá no había dejado de hacerlo).  Abrió la camisa, despacio, enroscando los dedos largos en cada botón, girándolos, descubriéndose.

El pecho estaba cubierto de vello oscuro y en el centro, levemente inclinada al lado izquierdo, la piel se abría en una grieta amorfa, que se extendía por el músculo. Los huesos atravesados como barrotes y un juego de arterias conectadas entre sí, como cables, enredadas, palpitantes.

No tenía corazón.
No sé si estaba en la caja.


Archivo

Cuando la tristeza me inunda, empiezo un ciclo corto en el que ordeno, desordeno, sacudo y muevo todo, en un ejercicio involuntario de barrer la depresión.

Gavetas.
Mi vida cabe en pocas gavetas y se dibuja consciente en documentos contables: el regalo que te compré en el 2010 y que no resultó ser lo que esperabas, aunque me dejó con una deuda bastante perceptible en la tarjeta de crédito.  La gasolina de ese viaje inesperado a un destino que no vale la pena mencionar.  Un sandwich y una crepa compartida en ese lugar en el que intentamos volver nuestra historia una amistad y creernos el cuento de poder hacerlo, obviando que nuestras dos soledades se atraen como imán. Cuentas inmensas de ferretería, cuando intenté probarme que puedo, que soy capaz de construirme una vida propia y rodearla de seguridad, hacerla estable y no necesitar a nadie.

Y al final, el caleidoscopio. Ese cilindro brillante que se multiplica por dentro, hasta el infinito, para recordarme que todo cambia, que se mueve, que se renueva... o que sigue igual, con tanta rapidez que no soy capaz de percibirlo.

26 octubre 2012

Gota

Vuelvo a encontrarme de pie, ante un fin de semana.  Empieza hoy, viernes.  Y estoy sola.
Me has dicho mil veces que no lo estoy y las mismas veces he respondido lo contrario.  Sola. Bonita palabra. Sola.

Puedo mezclarme en la multitud, puedo buscar un bar y conocer gente, puedo hundirme en el ruido de los demás para disimular mi soledad, puedo buscar compañía y encontrarla en un cigarro a medias, en el humo que se hunde en mis pulmones, en un vaso compartido, en los ojos de otro, de otros, de nadie, pero he decidido rendirme a la imperfección y quedarme sola.

Únicamente, nada más, sin otra cosa, dice el diccionario.  Sin nadie más, digo yo.
Sin nadie más que lo ampare, dice su definición. Sin necesitar compañía, digo yo.

Y pienso en lo complicado que se vuelve el tiempo cuando uno se piensa en perspectiva, desde ojos ajenos. En cuánto nos ajustamos a los deseos del otro, a su tiempo, a sus manías, con tal de satisfacer nuestro propio deseo de ser otra cosa diferente al desierto, y en cuán atractivo se me hace lo despoblado, lo seco, lo árido.

Sola.  En femenino, como parte de un todo musical que no necesita más nada. Una composición. Una voz, un instrumento que no requiere a ningún otro. Sola.

Un desierto que se extiende, infinito, como la carretera, como el viento que sopla en mi cara cuando dejo el vidrio abierto y piso el acelerador a fondo sin pensar en ningún destino.

Una gota de agua que no busca la inmensidad del mar, que se mueve constante del cielo al suelo, que se incendia, que se evapora, que llueve y que vuelve a ser gota en movimiento, que a veces se confunde con el éter y se funde en su propia estructura molecular para volver a ser gota, gota, gota, gota, gota.
Una sola gota,
una gota sola.
Sola.

23 octubre 2012




Las historias siempre nos alcanzan, de diferente forma.
Algunas persisten paralelas. Otras se niegan a ser perpendiculares.
Todas transitan.
Duelen las que se quedan demasiado.

Foto desde Tumblr.
El texto lo posteé el 5/6/12 en mi blog de Tumblr: lamimesisdelilitwee.tumblr.com 

Elipse



Pretendo creer que nuestro "yo", el individual y el colectivo, es también elíptico.  El épsilon vendría a ser la suma de nuestro imaginario y de aquello que la luz dibuja como "real".


Asisto entonces a la muerte de la espiral y al nacimiento de una forma enorme, que aunque no es perfecta, coincide con el origen y el fin, que a su vez se invierte y se reinventa a sí misma: el fin como inicio. Una constante matemática, una ecuación, que busca resolverse a sí misma, nadando entre el éter, jugando, saltando, la energía se impacta contra sí, intentando salir intacta.


Foto tomada de Tumblr

19 octubre 2012

Motivo

Detrás de la angustia,
del estrépito del dolor 
que se escapa a bocanadas,
del mar que se carcome las pupilas
de las manos huérfanas de consuelo
de la voz sin eco,
quisiera encontrar mis heridas, mi sangre,
mi propio escombro palpitante,
para probar mi credulidad en las historias fantásticas
para pensar que Hollywood no es una mera fábrica de historias repetitivas
y que todo esto tiene un propósito, un destino
un ideal que se marca en el cénit
lejos, lejos
y que vale la pena alzarme de puntillas
para intentar tocarlo.
Pero no encuentro el motivo.


07 octubre 2012

Déjà vu

Jamais vu o Presque vu.  Cualquiera de las ideas se asocia con tu idea.  Es la presencia, la tibieza de las piernas, el contorno de los muslos adheridos en perfecta sincronía. La rareza de encontrar algo que no existe, o que no existió en tiempo lineal. Y las ganas de desdoblar un lapso.

Robarle la idea a Michelson y Morley y sentarme en el gris, bajo el sol o bajo la luna (esta última es más poética y podría ayudar con la causalidad).  Acariciar lentamente los espejos, intentando sobornarles el reflejo, antes de lanzar los haces de luz, hasta que corran y esperar infinitamente una curva, que sustituya esa idea racional de la línea recta en un ciclo, en un período, en la existencia.

Si todo resultara correcto, entendería la influencia pura de la gravedad y lo aceptaría agradecida con la física y con la racionalidad que permite las excepciones incluso en la lógica de Cronos o Heimdal.

Y si no funciona, queda aferrarme a Dunne, con su eterna percepción del tiempo en presente, con la orgía del pasado, el ahora y el futuro en una sola fase: la que sucede.   Y aunque entonces, la idea de la eternidad crecería demasiado para ser soportable, podría suponer que somos una partícula soluble con el todo, que se encuentra en el punto perfecto de la coincidencia.

Luego,  puedo refugiarme en Jung.  Porque la sincronicidad nos combina muy bien y el tiempo se vuelve ya una sola variable y deja de pesar.

Y así, puedo encontrar razones lógicas para hacerte entender que el tiempo lo podemos doblar y desdoblar, cosernos coincidencias con hilos imperceptibles, calzarnos un ideal imposible, hundirnos en un nosotros que tememos pronunciar, porque el miedo es más grande, porque lo cierto se interpone, porque no podemos caminar descalzos sin miedo a tropezar. Pero de nada sirve porque este tiempo ya se fue, porque no arriesgamos teorías, porque quisimos guardarnos bien el sueño, debajo de la almohada, seguro, a salvo, en un cajón, debajo de la piel y apagarlo, por fin.


18 septiembre 2012

Dentro

Afuera, la coraza llena de polvo, cubierta de batallas y rasguños.
Adentro, nada.
Todo se reduce a un ruido ocasional en el pecho.
A una inmovilidad de sentimientos.
A una llama que se apaga y que no duele.
A una jauría de perros hambrientos dando vueltas en círculos.
A un muñón que se resiste a entenderse ajeno.
A algo que todavía quiere latir.
A un desierto que no emerge.
A un mar que se diluye.
A un montón de venas, arterias, sangre y vasos sanguíneos, que siguen funcionando sin conciencia de nada.
A un pie que se mueve seguido de otro que va detrás.
A una furia ensordecedora.
A la cobardía disfrazada de coraje.
A la espalda erguida que viste a la imperfección, el ser que es sin estar siendo, sin saber qué es porque no hay nada debajo de esa coraza.
Nada.

Destila lenta
una gota amarga.
Tiempo es y fue.

14 septiembre 2012

Soy


A veces me da por encontrarme donde menos espero.

En el silencio que me nace en medio de la multitud, por ejemplo. O a esa hora absurda en que todos duermen, mientras yo busco entibiarme los pies con ausencia.  Al despertar, cuando los caballos empiezan ese recorrido precipitado por mi pecho, inundándome.

A veces es en tu letra, en tu sonido, en la idea absurda de verme reflejada. Y es eso lo que intento asesinar, a lo bestia, congelando el pensamiento y manteniendo la cordura fija, para que tu nombre no se quede, nunca más.

Y entonces, vuelvo al espejo. Acaricio su falta de bordes y lo encaro, decidida, sin miedo de encontrarme ya, desnuda y de frente. Y me repito:

Soy la fisura de una pared perfecta,
el aire que se cuela y desordena
la pieza que no encaja
la disonancia
la nota alta, la nota baja,
la que se interpone en un ritmo plano,
el gris,
la gota de agua que se escapa del torrente a voluntad,
Yo.

Y trato por todos los medios de creerlo.

12 septiembre 2012

Entonces

De repente te levantás un día pensando. Y seguís pensando. Recordás frases, detalles y reís. Y los acomodás todos en una línea de tiempo demasiado rosa. Los aglutinás como pedacitos chorreantes de algodón de azúcar. Y las canciones no ayudan, no.
Siempre te están hablando del único, del especial, de la historia fantástica y definitiva.
Y entonces, cuando te das cuenta que el cariño se está volviendo constante, que además de la atracción te está envolviendo la ternura. Que las ganas de besar son inmediatas, que te estás obligando a irte antes de que amanezca... entonces es hora de correr.
Atornillar las alas y enderezar el vuelo.
A donde sea.

Vodevil de un vuelo

Aquí estoy otra vez, con un amor agridulce en la boca y el adiós pronto.
No era necesario involucrar al corazón. Lo advertimos. Lo supimos y reímos con eso.
Era algo lejano. La confianza y el cariño eran suficientes.
Y esa paz.
La quietud de quienes se encuentran de nuevo y sueñan con un para siempre que no es real, sabiendo que es un sueño.

Estás viendo el precipicio.
Sabés que el paracaídas no funciona y que el vuelo no es biológicamente posible.

Pero el viento...
Pero el vacío...
Pero la adrenalina...

Un segundo de cordura explotando en alguna función neuronal.
Uno basta.
Caminás hacia atrás.
Lento.
Contemplando el espacio que se hace distancia.

Uno
dos
tres pasos

Das la vuelta y seguís caminando.
Aquí no se vuela,
no ahora
no así.

03 septiembre 2012

Dos semanas

Sin duda volveré a usar Tumblr.
Quizá tuitee cada diez minutos.
Es posible que me interese la política nacional,
que siempre es una mierda.

Probablemente me emputaré
cuando lea que otra mujer fue desmembrada.

Leeré un libro,
quizá dos.
Puede que sea Rimbaud (¿Houellebecq?)
.

Revisaré los mensajes de mi chat.
Me quejaré todos los días
de este galope incierto
en el centro del pecho,
alto, alto,
hasta que se vuelva costumbre.

Tomaré mi tabla de surf
y doblegaré las olas,
que son mis pasos,
que son gente,
que son calles,
que es esta vida,
que son todos los demás.

Tomaré un día a solas,
dos.

A lo mejor llore,
aunque lo más seguro es que no.
Veré una serie de detectives,
comeré azúcar de más.
Tardaré minutos extra dentro del carro,
exigiéndome otra vuelta
antes de volver.

Me hundiré en el trabajo
que no falta,
en mi fuerza extra
para mover el universo
que ahora se envuelve en todo,
menos en vos.

Y así,
el tiempo me va a decir
que se cumplieron catorce días
exactos.

Que vuelvo a tomar el aire
completo,
que les digo adiós a los caballos
desbocados
que me nacen dentro
y que puedo seguir caminando
libre,
completa,
y tal vez
(tal vez)

ya no sea igual.

Silencio

Un triste ritmo
tac tac,  tac tac
dos sonidos secos, seguidos de otros dos
una fórmula simple
triste
cotidiana
irreal.

El ruido que se muere en el silencio
sin palabras
sin voz
sin eco
sin intentos

El galope de siempre
la costumbre de encontrarlo dentro
los ruidos de los cascos 
que se alejan
que se alejan
que se alejan
que se alejarán.

26 agosto 2012

Bitácora

Día 154-Galaxia II-En órbita

Aquí todos tienen miedo. Se sonríe porque se acostumbra, pero se temen las pérdidas. 
Se guarda lo que no se tiene, con la esperanza de que sea propio.  Se prueba la confianza porque no existe certeza propia ni ajena. Se presume la honestidad con pruebas infantiles y camisas forzadas. Todo es falso. Se aplaude lo que no se ve. Se censura para no reconocerse.  Todos son fantasmas de su propia sombra, caminando quedos, lentos, en abrazos que no logran entibiar cada soledad.  

Aquí todos se quieren, pero nadie se conoce. Todos se miran pero nadie se desnuda. Aquí existe un silencio impostado en algarabía. Aquí solo se ama lo que parece virtud. Y el amor es un animal indefenso que se queda preso. Temblando, gruñendo, arañando, forzando, hasta volverse débil. Y el miedo, que lo observa todo, se planta erguido y de un manotazo lo consume. Muerde y saborea migaja a migaja la tristeza que se va desprendiendo y la vida que nunca fue.

Aquí los incendios solo existen sin luz. 
Y todos sienten frío.

23 agosto 2012

10:30

Cuando tu plan termine,
cuando aprendás a caminar,
cuando la multitud te absorba
y luego te escupa
cuando te encontrés
cuando decidás regresar...

Quisiera decirte que no voy a estar
pero quién sabe.

22 agosto 2012

Deudo

-Tenemos que hablar- dijo con la voz pesada pero temerosa, la que siempre lo acompañó y lo volvió inhumano. Sólo pude pensar en las lancetas de metal olvidadas sobre la cama, en la sangre y en las sábanas.
Nunca hablamos.
Pretendió forzar una confianza que nunca existió. Quería que le contara mi vida y mis planes de muerte, exigió que así fuera. No hablé. No lo hice. Nunca.
Dos meses después, en uno de tantos ataques de rabia, apuntó aquel dedo enfático en mi rostro y me culpó. Expió su culpa nuevamente en mi.  
En el objeto, en el trofeo. 
Y se olvidó del asunto, como se olvida casi siempre de todo, hasta de querer.


Rojo tenue.

No quiero sanar.
No me interesa lamerme las heridas,
quiero exponerlas
sentirlas
admirarlas en mi soledad
quebrarme la piel
inundarla con agujas
drenar la sangre
gota a gota
Toda.
Perfecta.
Liviana al fin.


14 agosto 2012

Todo es denso. Los sonidos se escuchan amortiguados, como al final de algo que no entiendo qué es. Como cuando te hundes profundo en el agua y todo se escucha claro, pero lejano.
Estar sin estar.
Cercano el calor. Dos llamas que se desprenden lentas, constantes, terribles.
Murmullos apagados, alguien reza.
No entiendo por qué me llaman.
No quiero regresar. 

24 julio 2012

Tal vez

Tal vez sea que el amor ya se acabó o yo no le entiendo.
Aprendí a hacerme mis propias conjeturas, pero a veces no me alcanza la razón para saber si quedarme o salir corriendo... y siempre gana la última opción.
Tal vez sea que el día es malo, que el calor es exigente y esta absurda tarea de volverse invisible resulta inmensa. Tal vez solo sea que este marco apretado me está asfixiando  y que ya me cansé de ser la mirilla a la que apunta el dedo acusador.
Son ustedes los que se obligan a seguir haciendo historias predeterminadas y yo soy la enferma.
Son ustedes los que viven mintiéndose para ser felices y soy yo la incoherente.
Son ustedes los que se embarazan para sentirse inmensos, realizados, finalizados, concluidos, para encontrar la paz... y soy yo la incompleta.
Son ustedes los que caminan de la mano siempre, haciéndose la estampa de la perfección, seguros dentro de su círculo de mentiras  y soy yo la cobarde.

Disculpen ustedes las molestias. Soy yo nada más, la sentimental, la hormonal, la pendeja a la que le hackearon la cuenta del banco y se quedó sin ánimo para seguir luchando cuando siempre va a seguir siendo la mitad de algo.

No son ustedes, seguramente soy yo, pero hoy muy poco me importa.

23 julio 2012

Patria o muerte

Soy un cuerpo que no quiero ser
Porque no soy solo cuerpo.
Vos me oís desde ahí,
querés escucharme
pero no te deja la costumbre de negarme.

Para vos soy la que hace
La que ordena
La que organiza
La que mueve el mundo con las manos
La que alimenta
La que enseña
La que es buena
La que te hace sentir

Y yo no quiero ser eso.
Quiero ser solo yo y que me querrás aunque no ejecute nada.

Que me querrás en mi miseria
y en mi berrinche.
Que me querrás
aunque no sea un vientre.

Que me quiera yo,
aunque vos no me querrás
porque al final esa es la lucha.
Patria o muerte.

18 julio 2012

Al revés.

Al revés. Todo fue al revés.
Empecé en la desembocadura 
(el agua no para de moverse), 
y se me dio el nadar contracorriente.

Como salmón, pero al revés.
Como si me diluyera, pero al revés.  

Porque la vida fue al principio 
y empieza el recorrido contrario. 

A lo oscuro, a lo frío. 
A la soledad. 
Donde el agua es demasiado dulce 
o demasiado salada 
para crear vida. 

No la soporta, 
no la atestigua, 
no la involucra. 
Es solo el agua. 

Y se está muy bien aquí.

11 julio 2012

Postal

-Te escribo del futuro- te dije en aquél chat.  Respondiste con un -jajaja- ante las quince horas que nos separaban y el medio mundo que se ponía por delante.  Fue temporal. Vivimos al borde de sentirnos lejos, de saber que el otro estaba solo y nosotros también.  Esa temporada fue buena porque aprendimos a vivir en libertad, aunque no fue por convicción sino por circunstancia. Te dejé ir, me dejaste ir. Nos sabíamos lejos y confiamos, porque sabíamos que no podía ser de otra forma.
Medio mundo, Asia por delante y Guatemala en la espalda. Tres aviones. Itinerarios cargados. Trenes constantes. Y estábamos. 

Pequeñas estampas, postales de nosotros, como ese viaje a Japón, que se quedan ahí, diluidas en recuerdos. La vida fue buena, dimos ternura y amor al tope. Nada cambió, cambiamos nosotros. El agua que no se detiene.


02 julio 2012

Grita el mar

Quisiera hundirme en el mar profundo,
caer de cabeza,
lentamente,
sin resistir,
sin luchar.

Dejando a mi densidad contrapuesta,
hasta que aprenda a respirar bajo el agua
o hasta que se me olvide que necesito aire.

O aspirar tan profundo,
hasta que me nazcan alas 
y enfilar directo al sol.

Y entonces arder
sin marcha atrás.
Explotar en complicidad con el fuego,
que me destruya
por completo
y me inunde.

Y que mis partículas vuelen,
vuelen lejos,
hasta congelarse en el ártico,
hasta que todo vuelva a ser simple.

Simple como una bacteria.




26 junio 2012

Astenia

A vos, no te quiero.
Es difícil de explicar
porque no me surge siquiera
el deseo de explicarte.

Sos un cometa, un evento.
Un algo que va y viene
y al final, sos un niño,
que causa que mi alarma se active.

Con vos tengo que quitarme las ganas:
ganas de cuidarte,
ganas de protegerte,
ganas de salvarte,
porque se me antojan más,
otras ganas.

Ganas sin culpa,
ganas de ser egoísta,
de encontrarte,
de verte y
hasta de oírte.

No me mueve ningún amor solidario
no te quiero para siempre
ni para ahora
porque a vos
no te quiero.

25 junio 2012

Nunca jamás.

La tarea primera es desarmar al amor. Romperle los ideales y las presunciones. Entender que a veces es cariño y otras, se confunde con deseo.  Ahorcarlo con fuerza, asfixiarlo con un triángulo mortal intenso, sin piedad, a golpe de martillo para confundirlo.
Y ahí, en el suelo, donde quede, tirado, sangriento, lastimado, moribundo, detenerse a verlo con sarcasmo, con una sonrisa de triunfo, como si tuvieras un nuevo récord en el Nintendo. Quedarte firme y ante todo, ante esa mancha oscura de compasión o de ternura que te nace en el pecho y que te inunda y te golpea como comic japonés, ahí, sostenerte firme, tenderle la mano y decirle sin más, adiós para siempre  y nunca jamás.
Y entonces salir otra vez al encuentro de nunca jamás.

12 junio 2012

Epifanía

Cuando sea mayor, ingresaré a un grupo de vendedoras por catálogo.

Presumiré mi relación cordial con el tiempo y la taparé con cremas y cosméticos llenos de plomo. Cubriré un par de tristezas. Tomaré mes a mes un folletito lleno de promesas. Apuntaré mis flechas a un edificio verde, azul o gris, uno lleno de burócratas tristes.

Llegaré con una sonrisa pronta que acompañe el final del mes, cuando igual no alcanza nada para nada, pero podemos disimularlo muy bien.

Me sentaré a esperar un minuto, entre el tránsito de papeles y de instrucciones enredadas. Esperaré porque sé que ellas me esperarán también.

Les mostraré un mundo distinto. La crema que les devolverá la sonrisa ansiosa de los veinte. La máscara que resaltará unos ojos que no brillan. A lo mejor me compran esos trajes baratos, con tallas indefinidas y absurdas y en ello se lleven la esperanza de conservar para siempre un amor que se volvió costumbre.

Enfatizaré en el mercadeo del plástico, para que todas puedan lucirlo un poco. No debo olvidar que el brillo a nadie hace mal, les venderé una pizca.

Animaré mi cuento con las anécdotas cruzadas de la familia, de los hijos que esperan el triunfo de los pasos repetidos, de la pareja fiel y constante en las sábanas familiares, de la ilusión de las miradas ajenas y envidiosas en el pedestal de la armonía.

Repetiré hasta el cansancio, el orgullo que debe causarles ese modelo bien aprendido, calcado con tanto esmero. Me aseguraré de que se sientan felices por haber cedido su vida. Me encargaré de repetir una y otra vez, las frases que lleven mujercita, bonita, decente y buena.

Atornillaré bien mi aprobación de sus vidas llenas.
Les mostraré cómo la felicidad que sienten pero que no recuerdan, sale a flote dedicando un poco de presupuesto a mis menjurjes.
Ellas se lo merecen.
Al menos se merecen eso.
No voy a entristecerme. Prometo guardarme la tristeza para luego.
Después, lloraré.

15 mayo 2012

Ego ísmo

Abramos la herida:
yo estoy, pero no me quedo
no es cosa de querer,
sino de estar viviendo.

Lo que se espera
es un saco inmenso,
lleno de naftalina
que no estoy dispuesta a vestir.

Hay mucha vida
aquí dentro
para quedarme
en un plan cierto.

En el futuro que ya está amarrado.
En la vida que se acabó.
En el final feliz.
En el amor eterno.
En la vida compartida.
En las piernas enredadas.
En la espalda que no es mía.
En la necesidad que no soy yo.
En el tiempo que se muere
mientras yo no vivo.
En el yo que no existe porque el grupo se lo comió. 
                              "Me presenté al lugar a las 10:40 del 12 de mayo 
de los corrientes, 
observé y confirmé que el sujeto 
es un verdadero hijo de puta. 
Y para los usos que al interesado convengan, 
extiendo, sello y firmo la presente, 
en el mismo lugar y fecha..."


06 mayo 2012

Desatar

Es sábado. Vuelvo a sentarme en el sillón del piloto, el que nunca debí dejar alegando una comodidad que a veces fue mentira. Esta vez reviso yo misma el nivel de aceite y agua y recuerdo los pendientes que tengo con el mecánico.

Estoy molesta. Me incomoda algo que no entiendo y es el miedo. Intento sobornarme con este cansancio que los últimos días es constante, pero entiendo que me estoy dando zancadilla mental. Tomo las llaves, aseguro cinturones y salimos volando. Es día de cine y tenemos kilómetros por delante.

Monserrat se ha acostumbrado a viajar conmigo, ahora duerme. Yo tengo la música alta y voy cantando. Bailo cuando las curvas lo permiten. Y veo.

Occidente es un paisaje sucesivo, manchado con antenas rojo y blanco, aspiraciones políticas y un cableado espantoso de fluido eléctrico. Fluido. Interesante palabra.

Esos postes altos, que permiten que los cables se levanten lo suficiente, siempre me han atraído. No es freudiano, me llama la atención la esclavitud en que trabajan, silenciosos. (De acuerdo, puede ser freudiano).

Son esos cables que los atan, que los apresan desde el momento en que se levantan, uno por cada costado hasta enderezarlos en su sitio, tensando lo suficiente para evitar que la fuerza sea dispareja, como si tuviera sentido. Una vez que están de pie, los cables se fijan al suelo a una distancia prudente, siempre tensos, siempre sujetando. El poste asiste, es funcional.

En esa carretera pienso qué pasaría si alguna vez empezáramos a desatar los cables, uno por uno. No es algo cuerdo, tal vez sea obvio que el "fluido" se suspenderá, que el poste terminará en el suelo en un espectáculo poco agradable y peligroso... o tal vez flote. Y quiero pensar que puede pasar, que aunque suene imposible, el pedazo gris de cemento, tan soso, tan funcional, tan equilibrado en medio de la tensión que lo sujeta, flote.

No me da esperanza, es un algo creado. Pero es un buen momento para continuar desatando.

Correo

Tengo un correo pendiente. No es cosa del otro mundo, si no estuviese acostumbrada a responder para evitarme los pendientes. Lleva 3 días en mi bandeja de entrada y no sé como iniciarlo.
Digamos que no sé si empezar por deshojar el correo que le antecede, cuando era noviembre del 2010 y la vida era tan normal y yo era feliz. Feliz con mis proyectos nuevos, feliz con el alguien que los compartía conmigo, feliz de mi vida y feliz de ser la perfección andante.
No, es que ese correo pendiente tiene algo de asesino. Estoy retrasando el momento en que le contaré a ese alguien que me admira y que me quiere, que no soy yo, que cambié. Que mi mundo no es perfecto, que no soy buena y que nunca pretendí serlo: estoy retrasando el momento en que mataré la imagen mental de mi misma, lo que era para mi y los demás.
Dejemos correr la sangre, ya es tiempo.

09 abril 2012

"Las cuatro y media, quédate a dormir
está lloviendo, dónde vas a ir,
si ya no queda un sitio abierto en esta ciudad.
Anda, sécate el pelo, que te vas a enfriar.
Ya sé que no me amas, ni yo a ti,
para qué me lo vas a repetir.
Las palabras no son más,
que un oscuro antifaz 
una manera de disimular tu ansiedad.
Deja el abrigo y ven,
hay sitio para los dos
y nada va a pasar
que no queramos tú y yo.
Las cuatro y media, no me asusta
contigo la estrategia habitual,
qué importa que nos acabemos de conocer,
así podrá el azar jugar también su papel.
Porque mi té termina el café,
no hay ninguna muesca en la pared
si quieres irte ahora, bajo a abrirte el portal,
perdí ya tantas noches,
qué más da una más..." Quédate a dormir, Joaquín Sabina

El miedo es desnudarse y no encontrar promesas.

Haz una historia. Brinda a la salud del amor o lo que sea. 
Busca un soundtrack, pop, rock, da lo mismo. 
Vìste, desviste, acuerda los términos para evitar un fin. 
No preguntes, 
cree en el destino que te manda una idea original 
y escribe respetando el cánon. 
Hazte una amistad, envuélvela con lujuria suficiente para un viaje largo,
 dale libertad e inicia el safari.
Niégate y permite al amor su ideal de bien común, él lo merece.
Habla, calla, ríe y llora, siempre habrá una razón (encontrarla era la tuya).


08 abril 2012

Amor frutal

Me siento un poco engañada por Sabina, por la manzana que no quise y terminé cambiando por pera o alguna otra fruta que no consigo evocar. 

Al final del día, lo que quedan son cuentos, comerciales macabros de vidas pensadas. Personas que se niegan a ser parte del teatro y que en el fondo lloran el papel que no obtuvieron. Solos tristes y tristes solos. Marionetas que se cortan una a otra, que buscan encontrar un nervio o tan solo romper la estriada superficie de la normalidad, para sentir. Disfraces de felicidad que se mueven a ritmo de merengue y se abrazan con el pretexto del amor. 

La soledad es natural y nadie se atreve a confirmarlo.

00:37

Duerme. Un sonido burdo y esa dificultad para absorber aire. Gira los brazos, los agita en busca de oxígeno, rueda sobre un costado y encuentra un poco de paz. 00:37. Una mano roza mi antebrazo y se asegura de que sigo al lado. Treinta segundos después, una voz suave reclama compañía para encarar la oscuridad. Mi cuerpo responde, sin razonar. Mi cintura es suficiente para acomodar el pequeño cuerpo, mis brazos equilibran nuestro peso y caminamos, abrazadas como siempre.

04 abril 2012

Soledad.
El tema sin día. Su constancia. Las discusiones en la acera de mi casa. Sergio, mientras le planteaba mi idea de los dos tipos, la deseada y la inminente. Un vehículo furioso cruzaba por delante, dejándonos mudos. No comprendimos lo simbólico de ese accidente, estrepitoso, a menos de un metro de nuestros cuerpos.

Soledad.
Hablamos con vos del tema, cuando empezamos a conocernos (esa tarea que nunca termina), mientras tu amigo se reía de nosotros y de nuestras discusiones, porque no entendía  la vida tan complicada, cuando la vida era así y se sobrevivía. No alcanzaba a entender lo que nos preguntábamos. Para él, nos perdíamos en argumentos absurdos en vez de poner las manos a trabajar.

Soledad.
Campesinos trabajando desde la madrugada. Mujeres condicionadas a una vida simple y dura. Niños sucios que juegan después de las 3, cuando se reciben y cuentan los granos, cuando anotan números en una tarjeta lisa. Un plástico que recubre esa tarjeta, lo más limpio que guardan esos cuerpos tristes.

Soledad.
Vos y yo sentados afuera de una iglesia, previos a un requisito. Curiosos. Incrédulos. Con ganas de darnos por vencidos y mandar todo al carajo.

Soledad.
Pequeños diamantes esparcidos en el piso. El espejo que no existe más.

Soledad.
El tipo que ríe porque no está. Ríe porque ve desde fuera el odio que sembró dentro. Ríe porque se cree víctima. Ríe porque nunca se ha conocido.

Soledad.
Esa pregunta constante sobre el hijo único que ya va teniendo caducidad. Cuando mi edad ya no les permita cuestionarme, cuando me compadezcan porque ya no puedo ser madre.

Soledad.
Una duda que se te complica. Las personas que se reducen a sus misterios propios, a sus temores y a sus propias soledades. Que ven el miedo, que lo sondean, que juegan a la rayuela con el mal y se devuelven sin brillo en los ojos, que son niños otra vez. Niños que no perdonan.

Soledad.
Una reunión de familias. Vos hablando con ellos de fútbol y política. Yo en la cocina con ellas, preguntando una receta y tratando de interesarme en el pan con ajo y mantequilla. Una mesa aislada o una mesa que no se comparte. Los sartenes que nunca fueron mi tema. Mi silla vacía, después.

Soledad.
Un escondite detrás de la cama. Voces llamando, tu silencio sonriendo. Un libro y tus manzanas de siempre.

Soledad.
Páginas llenas. Letras sin nombre. Líneas que nunca encontraron el quién.

Soledad.
Esa sonrisa quieta. El navegante ausente. El mar que era un río, que era una gota derramada.

Soledad.
Y amor. El ser sin ser de nadie. La búsqueda constante de esa combinación precisa. El alcohol diluido en medida justa.


Soledad.
El aire que no es ni siquiera viento. Los ruidos en el techo. La certeza del nadie presente. El tiempo que no es y el lugar que no existe.




¿Te apuntás?

Mi foto
Si pudiera dejar de escribir, seguramente lo haría. Mis otros blogs: lilianavillatoro.wordpress.com oracogeecocaro.blogspot.com eldecalogodelciempies.blogspot.com